La Ermita de las Tres Cruces volvió a latir este domingo al ritmo de las guitarras, violines, panderetas, castañuelas y platillos durante la celebración del XXXII Festival de Verdiales, una cita que reunió a nueve pandas y a cientos de asistentes en una jornada marcada por la música, la tradición y la unión entre municipios.
Este festival, consolidado como una de las manifestaciones culturales verdialeras más importantes de la provincia de Málaga, puso en valor no solo la riqueza de este arte declarado Bien de Interés Cultural, sino también la convivencia entre las localidades que mantienen viva esta herencia: Almogía, Álora, Cártama y Pizarra. Los cuatro municipios, junto a la Diputación Provincial, coorganizaron y subvencionaron un evento que, año tras año, fortalece los lazos entre sus vecinos y proyecta la cultura malagueña más allá de sus fronteras.
Las pandas participantes (entre ellas ‘El Capitán’, ‘Montes de Guadalmedina’, ‘Raíces de Málaga’, y ‘Los Lagares’) ofrecieron su maestría en el toque, el cante y el baile en un ambiente festivo y familiar que llenó de color y sonido los alrededores de la Ermita de las Tres Cruces, situada en un enclave que simboliza precisamente la confluencia de estos términos municipales.
Más que una cita musical, la jornada fue un homenaje a la identidad común de los pueblos del Guadalhorce y al espíritu de convivencia que caracteriza a la fiesta de verdiales. Una tradición que, con actos como este, sigue viva y se transmite a nuevas generaciones, reforzando el compromiso de instituciones y asociaciones, como la Asociación Cultural Ermita de las Tres Cruces y la Federación Provincial de Pandas de Verdiales, que colaboraron en la organización del evento.
Con una gran asistencia de público y el entusiasmo palpable entre participantes y visitantes, la XXXII edición de esta fiesta reafirma su papel central en el calendario cultural malagueño y su capacidad para unir en torno al arte y la tradición a toda una comarca.